jueves, 2 de agosto de 2012

Ese terrible: “Te quiero, pero como amigo”



Sin duda es el pretexto más utilizado por la mujer. Por lo menos de esta parte del mundo, cada vez que un representante del sexo masculino intenta ganar los favores de su corazón y ve que inevitablemente la respuesta a su petición será negativa.

Y como esta frase se usa indiscriminadamente creo que es momento de sospechar y buscar una posible explicación sobre su uso y (abuso) en este siempre intrincado mundo de las lindes sentimentales.

La primera explicación evidente es que esta frase es una respuesta inmediata ante un sentimiento de culpa. El cliché cumple aquí la importante función de sacar de apuros a quien da “la terrible respuesta” que “romperá el corazón” de aquel iluso varón que tenía una gran expectativa.

Ese discurso trillado encuentra una segunda explicación en el hecho de que nuestra sociedad, machista hasta el tuétano, ha impuesto moldes, roles y hasta frases pre concebidas que se sueltan inconscientemente en situaciones determinadas. En este contexto la mujer se ve obligada a otorgar “una explicación”, una justificación a su negativa con tal de no quedar como una “pérfida”, “mala gente”, “cruel” y “sin corazón” con que tantos valses, poemas, y boleros las han inmortalizado hasta hoy.

El mismo Nietszche tiene una frase que resume esta curiosa forma de pensar: “cuando la mujer odia, el hombre ha de temerla, porque en el fondo de su alma el hombre es tan sólo malvado pero en el fondo de su alma la mujer es mala”, y si la sociedad sigue este patrón, la mujer se ve horrorizada de dar un “no” a secas y se ve en la imperiosa necesidad de buscar un “premio consuelo” para el desdichado y así evitar que se le tilde con los adjetivos conocidos.

Indirectamente se le dice a la persona “ya que no puedes tener mi amor, al menos confórmate con mi amistad”. Claro, lo que no se dice es por lo general imposible. Porque la amistad “autentica” ya se ha ejercido con otras personas, con las que hemos compartido experiencias diversas y acciones en común, a las que el tiempo ha consolidado como nuestros “amigos”.

Por lo tanto, decirle a ese caballero “te quiero como amigo” es una farsa más grande que la TORRE DE BABEL, porque las circunstancias evidentes hacen imposible el sano ejercicio de la amistad. En todo caso la solución de nuestras conspicuas damas ante un dilema de tal magnitud debería ser simplemente: la sinceridad.

En vez de mellar y joder más el concepto de amistad deberían armarse de valor y decir algo así: “te digo que NO, sencillamente porque eres un idiota, porque no me gustas, porque no tenemos nada en común, porque tu eres feo y yo bonita, porque tu eres chichero y yo rockera, etc, etc, etc”.

De esta forma creo que nos evitaríamos más confusiones, y de paso dejamos de menoscabar el valor de la amistad que de por sí ya carga sus propios problemas.

Es una reflexión sobre una realidad cotidiana en el complejo mundo sentimental del hombre.

miércoles, 1 de agosto de 2012

¿Como detectar una traición?


Es extremadamente fácil cuando vemos con el corazón. Sentimos la verdad más de lo que podemos pensar sobre ella.


La experimentamos mejor de lo que la comprendemos.


Así es como nos damos cuenta. Nunca dudes si tu corazón te indica que “algo anda mal”. El corazón no sabe mentir, el cerebro sí.


El amor es tan transparente, que cualquiera puede ver a través de él y encontrar la mentira que puede surgir para mantener un romance.


Cuando uno descubre la verdad y se da cuenta de que ha sido traicionado, duele, mucho.


Y es lógico, ya que típicamente quien traiciona suele vivir en la mentira y el miedo, mientras que el traicionado lo hace en la verdad y en el amor.


Esa polaridad resquebraja a ambas partes por no lograr compatibilidad, y es lógico.


Se dice “que la verdad duele”, pero eso no es cierto. Sólo duele que la ilusión que se tenía se vea desmantelada.


Solemos ver en la otra persona no lo que es (la verdad) sino lo que creíamos que era.


Con una nueva conciencia, he llegado a entender que la verdad sólo sabe curar, y los que se resisten a ella, se resisten a la curación.


La más bella contraparte de la traición que he podido comprender, es que con el tiempo sólo trae la verdad,
con ello nos dolerá haber perdido la “ilusión”, pero es sublime “darnos cuenta de la verdad” para así curarnos y poder sacar esa manzana podrida de nuestra canasta y, de esa manera, poder continuar en paz.


Esa es la bella consecuencia de encontrarnos con la verdad: experimentar paz, que es incompatible con la desconfianza.

Si no te gusta la verdad que descubriste, no es problema de la verdad, sino tuyo.